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martes, 15 de marzo de 2011

LA JUBILACIÓN DE LA CONCERTACIÓN


El declive de la Concertación continúa pese a que ha pasado un año desde su salida del poder, y con cada día que pasa, se está transformando en una bolsa de gatos, sin programas, sin ideas, sin proyectos. Y sin liderazgos.

Y, por lo mismo, no sorprenden las afirmaciones de Bachelet respecto que la oposición "tiene una gran tarea de generar liderazgos, nuevas propuestas para plantearse ser gobierno nuevamente". Y recalca que "no entiendo cómo no han surgido nuevos liderazgos en la Concertación".

El que Bachelet haya llegado a ser presidente es una demostración clara del tipo de líderes que se puede tener cuando no hay proyectos, programas e ideas: ante este escenario, cualquier liderazgo sirve, incluso el que se basa en una sonrisa autocomplaciente. Es el liderazgo sonriente, pero que no basta para dar un salto en el vacío.

Los seres humanos y las organizaciones que crean siguen un patrón característico de ciclo de vida vital: nacen, crecen, maduran, caen, y eventualmente, se relanzan o jubilan.

El nacimiento de la Concertación

La idea de “volver a la democracia”, después de 17 años de gobierno militar, fue el pegamento ideológico que permitió la unión de los demócratas cristianos, radicales y los de extrema izquierda. Y estaba muy claro para todos que la “vuelta a la democracia” era el mensaje público que ocultaba la verdadera idea-fuerza: la vuelta al poder.

Sin embargo, el usufructo del poder por 20 años erosiona y desgasta. En el interior, surgieron disputas entre facciones que trataban de imponerse unas a otras, en especial, en los períodos de elecciones, y que superaban en base a primarias o en base a acuerdos específicos, lo que permitió que redescubrieran una especie de democracia.

En otras palabras, los jefes de los partidos de la coalición eran los responsables de la coordinación y de definir las reglas de comportamiento que todos debían respetar. Y las élites se volvieron cerradas, creando separaciones entre ellos y los demás; se volvieron autónomas en su accionar porque pensaban que el futuro les pertenecía, y la gente debía seguir votando por ellos. Creían que eran “la única opción” pero con cada gobierno la decepción general cundía.

Lagos estuvo a punto de caer por acusaciones de corrupción en su gobierno y solo un acuerdo con Longueira le posibilitó continuar. En ese momento, la Concertación existía solo en el papel puesto que la alegría se había ido hacía mucho tiempo, y solo quedaban los restos de la estructura con la que llegaron al poder. Pero, ya no tenían ni tienen nada que los una.

Por eso, para la Concertación, la crisis que ha provocado la pérdida del poder es el final de un período de cambios que ha traído consigo mucha desorientación, trastorno emocional y espiritual de efectos profundos. Hasta el momento, la Concertación ha sido incapaz de hacer frente a la derrota mediante el empleo de los métodos que le eran habituales para la solución de sus problemas. Además, esta crisis ha creado un desequilibrio tal que no se dan los pasos apropiados por parte de sus integrantes.

La depresión de la Concertación

Los síntomas que sufre la Concertación son similares a los de una depresión o estado de ansiedad. Quieren moverse y recuperar la iniciativa, pero sus integrantes están apáticos, desinteresados, desganados, desenfocados e irreflexivos. Todos experimentan una sensación de fracaso muy grande.

Y lo más probable, es que esta crisis sea terminal y no pueda ser resuelta en forma satisfactoria porque no saben cómo hacerlo y porque no han desarrollado las habilidades que se requieren para estos momentos de dificultades, cambios y ajustes.

Y para salir de esta crisis necesitan construir liderazgos sólidos, basados en proyectos e ideas comunes que permitan mantener el equilibrio capaz de resolver la incertidumbre del futuro y les permita seguir adelante. Los problemas deben ser enfrentados para continuar creciendo.

Las dos crisis

Sin embargo, las crisis de la Concertación son terminales. Y hablamos de “las crisis” porque son dos: de origen externo e interno. En primer lugar, las crisis externas o exógenas forman parte del proceso natural de la vida y la naturaleza. Por ejemplo, el agotamiento del proyecto político de “volver a la democracia” y el comportamiento de los políticos concertacionistas llevó a que los ideales que los mantuvieron en el poder se pervirtieran y se transformaran en lo peor de los hábitos y costumbres, lo que llevó a la decepción de la base electoral. Una profunda decepción.

Lo más complejo es la crisis interna de la Concertación que surgió con la evolución misma de la coalición. La primera etapa era de total entusiasmo cuando asumió Aylwin y resonaba el “Chile, la alegría ya viene”. La segunda etapa con un parco y frío Frei nos llevó de viaje por el mundo mientras nos hablaba de “Los nuevos tiempos”.

La tercera etapa comenzó con un Lagos potente que nos hablaba de “Crecer con igualdad” mientras en las alcantarillas del poder se acumulaba la suciedad que ya afloraba a la superficie desbordándolos a todos. Y como en las élites de los partidos nadie estaba libre de sospecha, el candidato debía surgir de la manera más pintoresca: a bordo de un mowag.

Así, la cuarta etapa comienza con Bachelet y su “Estoy contigo”, el que se transforma en la manifestación concreta de la carencia de ideas, y del fin de la Concertación.

A Bachelet la impusieron los medios y las mujeres se reflejaron en ella, pero al mismo tiempo, se produjo una falta de sintonía de Bachelet con las élites políticas de la Concertación que la aceptaron con extrañeza y mirándola por sobre el hombro. Y al final tuvieron que aceptarla porque al menos les permitía mantenerse en el poder. La nueva idea-fuerza: “mantenerse en el poder a toda costa”.

Y como buena sepulturera, a Bachelet no le interesó la primera señal de que el barco concertacionista se estaba hundiendo cuando las ratas lo abandonaban. Y lo más grave: no reconocer a Enríquez Ominami como el futuro de una podrida Concertación. Y este le dio el golpe final con su candidatura a todo evento.

La jubilación de la Concertación

La Concertación debe jubilar, puesto que está en la etapa en la que se cuestiona su propia existencia, por la acumulación de problemas mal tratados, de pensamientos o sentimientos. En el fondo, está insatisfecha con el estilo de vida que lleva, con las contradicciones internas que presenta y con ellos mismos. Ya no tienen ideales ni metas. Y nadie puede contestar: ¿Para qué existe la Concertación?

A veces, en una crisis, lo más conveniente es preguntarse ¿qué necesito hacer para salir adelante?. Pero, lo complicado en este caso es que ya no disponen de ideas-fuerza que les permitan continuar con este proyecto de vida. Y eso les lleva a volverse indiferentes, echarse al abandono, viven tristes y amargados, se tornan agresivos y violentos, se enferman, y esperan que las soluciones les caigan del cielo.

Por ejemplo, el renunciado alcalde Jorge Gajardo plantea que "no he oído del diputado de nuestro partido, Carlos Montes, palabra alguna en que acepte el hecho innegable que su falta de cooperación y consideración hacia mí contribuyeron grandemente a las dificultades que enfrentamos…Es cierto que nuestra administración cometió errores, pero resulta imposible que el que quien debía ser nuestro aliado hoy alegue completo desconocimiento… Hoy está claro que lo que se buscaba no era el trabajo en equipo sino la sumisión pura y simple al liderazgo de una persona". Respecto de los concejales de la Concertación dijo que “ambos desde el primer día se convirtieron en mis verdaderos adversarios y no fueron pocas las ocasiones en que se dio el absurdo que a fin de salvar votaciones relevantes de la gestión, fueron los concejales de la oposición (derecha) los que terminaron prestando su apoyo".

La situación anterior refleja costumbres ya internalizadas en la estructura de poder de la Concertación. Todos saben que las crisis representan tanto una oportunidad, como un peligro.

Como oportunidad, puede llevar a la reflexión permitiendo que se salga adelante y se crezca. Y a la vez, la crisis será un peligro cuando sus integrantes sigan haciendo lo mismo de siempre, esperado que la ayuda llegue del cielo.

Si siguen así, solo les queda la jubilación y pasar a los cuarteles de invierno.

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