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miércoles, 22 de febrero de 2012

LA COLUMNA DE LIBERALIO: Festival de Viña, nuestro carnaval, la Fiesta de las Vanidades.


Una vez, el formidable Anatole France dijo que “la oscuridad nos envuelve a todos, pero mientras el sabio tropieza con la pared, el ignorante está tranquilo en el centro de la estancia…”. O, podríamos especificar, los ignorantes están felices disfrutando del carnaval.
Viña ya tiene Festival...y lo merecemos...

La magia del carnaval.

En todo el mundo, el carnaval es una celebración pública que combina elementos como disfraces, desfiles, fiestas en la calle, con la permisividad y descontrol. Este rito humano tiene su origen en las fiestas paganas, como las que se realizaban en honor a Baco, el dios del vino, las saturnales y las lupercales romanas, y según los historiadores, sus orígenes se remontan a las civilizaciones más antiguas conocidas de hace más de 5.000 años.

Y estas costumbres se entrecruzaron con las celebraciones de los indígenas de esta parte del mundo, dando a la vida una serie de festividades propias y particulares que permiten cerrar las festividades del verano y dar paso al inicio de un nuevo año de trabajo. Dada la fuerte presencia católica en estos lares, el tiempo de carnaval es un permiso explícito para vivir la vida a plenitud sin la represión ni la severidad de la Iglesia.

Y Chile también tiene muchos carnavales, pero en la época estival el carnaval es uno solo. Así, gritan muchos: ¡Viña tiene Festival!. Y la locura se desata por toda una semana en todo un país farandulero y mediático; los canales de televisión y las radios están todo el día transmitiendo la Odisea del festival; los rostros famosillos nos invaden con sus miradas y sus comentarios repetitivos y vacíos de contenido…se desata la fiesta de las vanidades…

De la hoguera a la Fiesta de las vanidades…

En la Florencia del año 1497, el monje Girolamo Savonarola, molesto por los lujos y los pecados de la comunidad, predicó que los lujos no podían anteponerse al bienestar del alma y arremetió contra el Papa, los Medici y los Borgia, relanzando al viento la vieja idea de la llegada del “Juicio Final” por el sentido de los cambios sociales y políticos…Algunos le creyeron, y le apoyaron durante algún tiempo propiciando un gobierno basado en rígidas creencias religiosas.

En el apogeo de su poder, Savonarola, acaparó el poder de Florencia, perseguió homosexuales, alcohólicos y jugadores, tratando de eliminar aquellos bienes o placeres que según él llevaban al pecado a los habitantes de Florencia. Así, el 7 de febrero de 1497, la fuerza pública confiscó bienes y se realizó una gigantesca hoguera en la Plaza de la Señoría a la cual, se lanzaban, voluntariamente o no, todo tipo de objetos que pudieran conllevar al pecado: ropa, cosméticos, tablas de juego, libros como los de Petrarca y Bocaccio o que trataran temas sexuales, incluso espejos y todo lo que al malogrado monje le pareciera motivo de pecado para los florentinos. Se desató la Hoguera de las Vanidades.

Y, más de 500 años después, nosotros tenemos una extraña mezcla, Fiesta = Festival + Farándula + Medios + Redes Sociales, que es nuestra propia Hoguera de las Vanidades, en la cual cocinamos a las personas sin ropa y en su propia salsa. Algunos snobs de los medios esperan que esta Fiesta se desarrolle con “glamour” (que designa un tipo de belleza muy elegante y sofisticado) y para eso copian y crean una especial “tabla del pirata” por la cual deben comenzar a circular los condenados, la “red carpet”, para no confundirse con el programa de tv del mismo nombre.

Por la “red carpet”, los condenados pasean, reciben las bendiciones o el repudio del juicio popular, mientras los jueces mediáticos emiten lapidarios epítetos para calificar a unos y otras. La audiencia observa embobada las secuencias de imbecilidades que se emiten a la espera de nuevas y mejores copuchas. Es como una adicción, puesto que siempre se quiere escuchar más y más temas escabrosos, y si no existen se deben inventar.

Y para eso están los noteros o reporteros, jóvenes periodistas en sus primeras etapas de la carrera, que están disponibles para hacer todo lo que sea necesario para obtener, ojalá, la información más escandalosa posible de ciertas personas. Incluso, planifican la provocación por medio de “encerronas”, presionando indebidamente para generar una reacción agresiva y fuera de norma de esas personas. Esto es lo que buscan, porque de eso viven, dado que la gente necesita mirar y escuchar lo que hacen otras personas en su vida íntima, y miran la televisión, ventanas para observar la vida de otros, mientras escuchan los comentarios intrascendentes de opinólogos con el ego del tamaño de la galaxia. La sociedad de la imbecilidad es la que festeja en estos carnavales.

Los carnavales de la Sociedad de la Imbecilidad.

Algunos serios estudiosos denominaron a esta época “la Sociedad del Conocimiento”, pero, como universo paralelo, también existe la Sociedad de la Imbecilidad que es la que vivimos. Se caracteriza esta Sociedad, surgida del desconcierto posmoderno por el enorme poder de la tecnología, por el liderazgo que ejercen una serie de sabios de ciencias inútiles, expertos improductivos encerrados en sus torres de marfil y masas fascinadas, consumidas en la inmediatez compulsiva de un consumismo alienante de basura mediática basada en las vidas ajenas.

Y las nuevas tecnologías de comunicación están convirtiendo a la gente en seres cada vez más ignorantes y más encerrados en las pequeñas esferas de sus propias vidas, ahítos, fascinados y esencialmente ignorantes…pero, ¿qué importa?....

¡ Viña…ya tiene Festival !

LA COLUMNA DE LIBERALIO
Miércoles 22 Febrero 2012

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