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sábado, 7 de septiembre de 2013

Sociedad. EL VALOR DE LA LIBERTAD Y LA MARCHA DE LOS SOSTENES


¿Son libres estas niñas para perder el pudor y la verguenza y mostrarse en
prendas menores en la vía pública?. Son una muestra de la vulgaridad
de aquellos que creen que libertad es como un poder absoluto sin
responsabilidad
Hayek lo decía hace ya demasiado tiempo: “para que las viejas verdades mantengan su impronta en la mente humana deben reintroducirse en el lenguaje y conceptos de las nuevas generaciones”. En este sentido, el valor de la palabra “libertad” parece haber perdido el valor que debe tener. Los seres humanos vibramos cuando se hace mención a la palabra “libertad”, e incluso, sus enemigos la nombran con frecuencia.

Recientemente, un grupo de personas marcharon en la marcha organizada por la Confech para protestar por las demandas educacionales de “educación gratuita, de calidad y estatal”. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue un grupo de niñas que cubrían su cara con una tela negra, no llevaban polera y tenían escrito en su cuerpo la palabra “libertad”. Y les preguntaron:

- ¿Por qué andan sin polera?

- Porque queremos demostrar que tenemos libertad para opinar y estamos contra la represión.

Los recientes años han convertido a las marchas en una especie de ritual al que asisten un grupo determinado de personas y que se basa en apropiarse de las calles y avenidas para manifestarse. A esta actividad, ellos la denominan “libertad de expresión”, pero no les preocupa coartar la libertad de los demás con sus acciones. La libertad de expresión es para ellos, los demás que se aguanten.

Muchos de estos muchachos y muchachas son incapaces para expresar racionalmente y con argumentos, las razones de su protesta. Por ejemplo, ¿para que desean más educación cuando no son capaces de usarla?. En realidad, el eslogan “educación gratuita, de calidad y estatal” a estas alturas es meramente instrumental y no representa el sentir de todos los que marchan. Unos quieren que todo se estatice, otros desean volver a la barbarie, etc. Y estas niñas se escriben en el cuerpo la palabra “libertad” y se creen merecedoras de usarla mientras abusan de ella con sus acciones.

En realidad, muchas personas no saben cuál es el valor de la libertad. Creen, en su ignorancia, que “libertad” equivale al “poder de hacer lo que uno quiera”; el poder de satisfacer nuestros deseos; el poder de cambiar el mundo como se nos antoje; el poder de marchar por las calles, ensuciarlas y hacer la vida más pobre para las personas que la sufren.

Hayek decía que “algunos confunden la libertad con la ilusión de volar”, con la ilusión de poder hacer lo que quieran. Las únicas personas que sostienen esta visión son, precisamente, los enemigos de la libertad porque aquellos que exigen una libertad sin restricciones y omnipotente, terminan plantando una confusión en las mentes de los más jóvenes que los induce a perder su decencia, inocencia y contaminarse en la vulgaridad…Por eso, se atreven a gritar…¡afuera la ropa interior…somos libres de hacer lo que queramos…!. En estricto rigor, han perdido algo más preciado que la libertad: han perdido el respeto a sí mismos. ¿Puede existir algo peor que ello?. Realmente, ¿puede alguien estar orgulloso de ello?.

En otras palabras, la libertad lleva asociada el concepto de responsabilidad; la libertad es un regalo que debemos usar sabiamente y con absoluta conciencia de ello. A los que hablan de “libertad”, mientras marchan por las calles, solo expresan un descontento irracional hacia una sociedad que creen no les escucha y exigen ¡queremos esto y aquello y si no lo entregan…lo tomaremos por la fuerza!. Así, se permiten que, en nombre de la libertad, se tomen las calles para restringir las libertades de los otros ciudadanos e intentar imponer una visión estrecha de “su” libertad.

En realidad, ¿alguien puede creer que los marchantes tienen respeto por aquellos que piensan distinto?. Creen que todos debemos opinar igual, y, por eso, usan la violencia…¡Tenemos derechos y queremos imponerlos!. Ciertamente, no representan la libertad de la cuál hablan sino algo totalmente diferente: defienden el totalitarismo igualitario que impone una única manera de ver el mundo.

Estas niñas que marchan sin poleras son una muestra de la pobreza mental que cree que todos debemos aspirar a la libertad absoluta, sin restricciones ni condiciones; las han convencido de que griten por la libertad mientras les destrozan las opciones para ser más libres; son esclavas del fraude de exigir libertades mientras abdican de la misma. No saben que la libertad exige mucho más que solo gritar por ella; exige responsabilidad.

¿Podremos esperar algo más de estos jóvenes contaminados con la libertad como poder?

PANORAMA Liberal

Sábado 7 Septiembre 2013

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