Translate

viernes, 6 de diciembre de 2013

Documentos. ¿QUÉ ES EL LIBRE MERCADO? por Murray Rothbard


En estos tiempos, conviene reponer las ideas
  de destacados liberales como Murray Rothbard.
Y no será el último...
El libre mercado es un término que resume una infinidad de intercambios que se dan en la sociedad. Cada intercambio es realizado voluntariamente entre dos personas o entre dos grupos de personas representados por sus agentes. Estas dos personas (o sus agentes) intercambian dos bienes económicos, ya sean bienes tangibles o servicios intangibles. Así, cuando compro un periódico en un kiosco por $500, el kiosquero y yo intercambiamos dos artículos de comercio: entrego $500 y el kiosquero me entrega el periódico. O si trabajara en una empresa, entonces intercambio mis servicios laborales, en un contrato de mutuo acuerdo, por un salario monetario; en este caso la empresa esta representada por el gerente (un agente) con autoridad para contratar.

Ambas partes realizan el intercambio por que esperan beneficiarse de él. También, cada parte volverá a realizar el intercambio (o quizás no lo haga) porque su expectativa ha resultado correcta (o incorrecta) en las ocasiones anteriores. El comercio, o intercambio, se realiza por que ambas partes se benefician; si no esperarían beneficiarse, entonces no realizarían el intercambio.

Este razonamiento sencillo refuta el argumento típico en contra del libre mercado, utilizado durante el periodo “mercantilista” que va desde el siglo dieciséis hasta el siglo dieciocho en Europa, y expuesto de manera elocuente por el ensayista francés del siglo dieciséis, Montaigne. Los mercantilistas sostenían que en cualquier operación comercial, una parte puede beneficiarse solo a expensas de la otra, es decir que en cada transacción existe un ganador y un perdedor, un “explotador” y un “explotado”. Podemos ver la falacia de este argumento todavía muy común: la disposición y la voluntad de comerciar significa que ambas partes se benefician. En la jerga de la moderna teoría de juegos, el comercio es un juego con resultados ganador-ganador, o de “suma positiva” en vez de “suma cero” o “suma negativa”.

¿Cómo pueden beneficiarse ambas partes de un intercambio? Cada parte valora los bienes o servicios de manera diferente, y esta diferencia es la base para que se realice el comercio o intercambio. Yo por ejemplo, camino con dinero en mi bolsillo pero sin ningún periódico; el kiosquero, por su parte, tiene un montón de periódicos pero está ansioso por adquirir dinero. Y así, nos encontramos y llegamos a un acuerdo.

Dos factores determinan los términos de cualquier contrato: Cuanto valora cada participante el bien en cuestión, y las capacidades de negociación de cada parte. Cuantos pesos intercambiaré por un periódico, o cuantos puntos en compras de tarjetas de crédito lograré para obtener un iPad, dependerá de todos los participantes en el mercado de periódicos o en el mercado de puntos por compras con tarjeta de crédito cómo valora los puntos de las tarjetas en relación a otras alternativas. Estos términos de intercambio o condiciones, llamados “precios” (de periódico en términos de dinero o de iPad en términos de puntos), son finalmente determinados por, cuantos periódicos o puntos, están disponibles en el mercado en relación a la evaluación favorable que hagan los compradores de esos bienes. En forma más sencilla, por la interacción de la oferta y la demanda de estos bienes.

Dada la oferta de un bien, un incremento en el valor percibido por los compradores subirá la demanda del bien, se ofrecerá más dinero por el, y su precio subirá. Lo inverso también ocurre, si el valor percibido se reduce, por consiguiente, la demanda disminuye. Por otro lado, dada la evaluación de los compradores, o la demanda, si la oferta se incrementa, ─ el número de tarjetas o la cantidad de pan─ bajara su valor, y por lo tanto, el precio bajara también. Ocurre lo contrario si la oferta de bienes disminuye.

El mercado, entonces, no es simplemente un conjunto inmenso sino un mecanismo altamente complejo para la realización de intercambios. En las sociedades primitivas, los cambios se realizaban a través del trueque o intercambio directo. Dos personas intercambian dos bienes que son útiles, como caballos por vacas o puntos de crédito CMR Falabella por puntos Nectar. Pero conforme la sociedad se desarrolla, a través del proceso de beneficio mutuo se crea una situación en la que uno o dos artículos de comercio bien valorados son seleccionados como medio de intercambio indirecto. Este bien –dinero- generalmente es el oro o la plata -no siempre- es entonces demandado no por su valor intrínseco sino porque facilita el intercambio con otro activo deseado. Es mucho más fácil pagar a los obreros en dinero que en barrotes acerados, con el que los trabajadores pueden comprar lo que desean. Están dispuestos a aceptar porque saben por experiencia, que las demás personas aceptaran ese bien como medio de pago.

El mercado moderno, es un mecanismo o arreglo institucional casi infinito para el intercambio, ha sido posible gracias al uso del dinero. Cada persona se especializa, o debido a la división del trabajo, produce aquello en lo que es más eficiente o que hace mejor que los demás. La producción comienza con los recursos naturales, y luego las muchas formas de maquinaria y bienes de capital, hasta que finalmente, los bienes son vendidos al consumidor. En cada etapa de la producción desde los recursos naturales hasta obtener un bien de consumo, el dinero se intercambia voluntariamente por bienes de capital, servicios laborales e insumos agrícolas. En cada etapa de este proceso, los términos de intercambio o los precios, son determinados por la interacción voluntaria de proveedores y demandantes. Este mercado es “libre” porque las elecciones, en cada etapa, son realizadas libre y voluntariamente.

El mercado libre y el sistema de precios no controlados hacen posible que los bienes de todas partes del mundo estén disponibles para los consumidores. El libre mercado también amplia el espacio posible para los empresarios, quienes arriesgan su capital para asignar los recursos, para satisfacer los deseos futuros de las personas lo mas eficientemente posible. El ahorro y la inversión crean bienes de capital que elevan la productividad y los salarios de los trabajadores y por tanto elevan su nivel de vida. El mercado libre y competitivo también recompensa y estimula la innovación tecnológica que permite al innovador llevar la delantera en la satisfacción de lo que desea el consumidor a través de nuevas y creativas formas.

No solo se fomenta la inversión, quizás lo más importante, el sistema de precios, y los incentivos de perdida-ganancia del mercado, guían la inversión de capital y la producción dentro de una lógica consistencia. El mecanismo complejo (libre mercado) puede “aclarar” todos los mercados, de tal forma que no se den escaseces repentinas, o inexplicables excedentes en cualquier etapa del sistema productivo

Pero los intercambios no necesariamente son libres. Muchos son obligatorios. Si un ladrón lo amenaza con “el dinero o la vida”, entonces el pago a él no es voluntario, y él se beneficia a costa suya. Es el robo, no los mercados libres, lo que en realidad sostienen los mercantilistas sobre el libre mercado: El ladrón se beneficia en base a la coerción. La explotación no ocurre en el libre mercado, sino allí donde el que tiene poder coercitivo explota a su víctima. En el largo plazo, la coerción es juego de suma negativa que hace que se reduzca la producción, el ahorro y la inversión, y por ello el stock de capital, reduce la productividad y empeora el nivel de vida de todos incluso para aquellos que ejercen el poder coercitivo

El gobierno, en toda sociedad, es el único que posee legalmente el poder de coerción. Los impuestos son intercambios coercitivos, y mientras más pesados sean los impuestos sobre la producción, lo más probable es que el crecimiento disminuya. Otras formas de coerción (por ejemplo, controles de precios o restricciones que impiden el ingreso de nuevos competidores al mercado) impiden la realización de intercambios voluntarios, mientras que otros (la prohibición de prácticas engañosas, el cumplimiento de contratos) pueden facilitar la realización de intercambios voluntarios.

El extremo en coerción gubernamental es el socialismo. Bajo la planificación central socialista, el comité central de planificación socialista carece de un sistema de precios para los bienes agrícolas o de capital. Como ahora admiten los socialistas, por ejemplo Robert Heilbroner, el comité central planificador por tanto no tiene manera de calcular los precios o los costos o la inversión de capital para que el mecanismo de la producción funcione (o que su engranaje funcione) y no produzca escaseces ni excesos. La experiencia soviética, en la que una abundante cosecha de trigo no encuentra la manera de ser vendida o asignada a las personas, es un ejemplo muy instructivo de la imposibilidad de controlar un sistema muy complejo, como es la economía moderna. En ausencia del libre mercado no existen incentivos para calcular los precios y costos para los vagones de tren que llevan el trigo, para las molineras que hacen la harina y así sucesivamente, hasta llegar finalmente al consumidor de Moscú o Sverdlovsk. La inversión en trigo es casi totalmente desperdiciada.

El mercado socialista, es de hecho una contradicción de términos. El debate actual sobre el socialismo de mercado, a menudo pasa por alto un aspecto crucial del mercado. Cuando se intercambian los bienes, lo que en realidad se esta intercambiando es el derecho de propiedad sobre ellos. Cuando compro un periódico por $500, el kiosquero y yo intercambiamos derechos de propiedad: yo renuncio a la propiedad de $500 a favor del kiosquero y él renuncia a la propiedad del periódico en mi favor. Exactamente el mismo proceso ocurre cuando se compra una casa, excepto que en el caso del periódico, el objeto es mucho más sencillo, y podemos evitarnos el complicado proceso de firmar contratos notariales, agentes, abogados, hipotecas, etc. Pero la esencia de las dos operaciones económicas es la misma.

Esto significa que la clave para la existencia y el florecimiento del libre mercado en una sociedad, es que los derechos de propiedad y los títulos de propiedad privados sean respetados, defendidos y asegurados. La clave en el socialismo, por otro lado, es la propiedad estatal de los medios de producción, tierra y bienes de capital. Así, allí (en el socialismo) no puede existir mercado para la tierra o los bienes de capital.

Algunos críticos del libre mercado sostienen que los derechos de propiedad están en conflicto con los derechos “humanos”. Pero estos críticos no se dan cuenta que en un libre mercado, cada persona tiene el derecho de propiedad sobre su persona y su fuerza de trabajo, y puede libremente hacer contratos sobre estos servicios. La esclavitud viola el derecho de propiedad básico sobre la persona y el cuerpo, un derecho que es la base para los derechos de propiedad de cualquier persona sobre los objetos materiales. Cuál es el más importante de los derechos humanos, sino el derecho de hablar libremente o los derechos de propiedad individual sobre su propio cuerpo.

Una crítica muy frecuente que se le hace a la sociedad del libre mercado es que esta origina “la ley de la jungla” o “el perro come a otro perro”, que ella hace que se desprecie la cooperación humana por la competencia, y que exalta el éxito material en contraposición a los valores espirituales, filosóficos o el ocio. Por el contrario, la jungla es, precisamente la sociedad de la coerción, el robo, y el parasitismo, una sociedad que denigra la vida y los niveles de vida. La competencia pacifica entre productores y ofertantes es un proceso profundamente cooperativo en el cual todos se benefician, y todos elevan su nivel de vida (comparado con lo que se lograría en una sociedad sin libertad). Y el indudable éxito material de las sociedades libres permite que disfrutemos de una enorme cantidad de ocio comparado con otras sociedades, y realizar actividades del espíritu. Es en los países coercitivos con una pequeña o nula actividad del mercado, básicamente bajo el comunismo, donde la penosa existencia diaria no solo empobrece a las personas materialmente, sino también su espíritu.

Sobre el Autor: Murray N. Rothbard fue Profesor de Economía de la Universidad de Nevada en Las Vegas y distinguido con el Premio S.J Hall. También lidero a los economistas Austriacos en la última mitad del siglo veinte. Falleció en 1995. Traducido por Hebert Suárez Cahuana.

PANORAMA Liberal

Viernes 6 Diciembre 2013

1 comentario:

Anónimo dijo...

No se critica al libre mercado, ya que este es el estado natural y justo del comercio; se critica el libertinaje como el otro extremo caótico contrario a la coerción, que da pie a la especulación, publicidad engañosa, y otras tácticas no éticas de comercio. Se le critica al neoliberalismo el obligar a competir pesos pesados con pesos mosca bajo las mismas condiciones.